SINOPSIS DEL ARTÍCULO
- La creatividad como Terapia Gestalt.
I. Al principio
Al principio había siempre arte, y creatividad. Y había siempre artista y creadores. Drama y danza, música y compositores, pintores y poetas había siempre: como pacientes, pero también muchos otros como incipientes practicantes de la Terapia Gestalt. Y había una razón central para la teoría y la práctica: la Terapia Gestalt era y es todavía no una terapia ajustadora, y sus practicantes y clientes pensaban de sí mismos como artistas creativos, haciendo y construyendo en el mundo con sus herramientas, materiales, y sus aportaciones. Y estaban activos en sus papeles en creatividad estética/social/profesional. Para nosotros, esto era una única cosa.
II. La escena
Dejadme que os ofrezca la escena en el descansillo de los Perls en West 76th Street en la primavera de 1949. En las escaleras frente al despacho de Frederick Perls, cuando uno atiborraba el diván con nubes de humo de los cigarrillos y oía al fondo la música del piano Bechstein de Lore Perls, podía ver en la pared del fondo, a cada lado de la puerta de entrada, dos pinturas. De algún modo eran interesantes, justamente bien ejecutados y repletos de símbolos clásicos del psicoanálisis. Los dos habían sido pintados por el propio Perls y se pueden ver ahora en la portada ilustrada de su autobiografía: Dentro y fuera del tarro de la basura (1969), que a su vez esta atiborrado de poesías, algunas bastante buenas y otras más frecuentemente que son chapuceras. La pintura de la izquierda tiene un trozo de tren del metro irrumpiendo hacia el que lo observa, y en la parte de arriba a la derecha, el perfil de Sigmund Freíd, copiado de la foto autografiada que se puede ver en el despacho de los Perls. A la derecha de la puerta estaba un cuadro de lo que a mi me parecía un cometa como un feto, si puede haber tal cosa. Claramente era un intento de los Perls de manejar creativamente los temas de la vida y la muerte, pero también (cuando lo pienso ahora) de revisar su propia historia así como él y Lore habían revisado el psicoanálisis con la agresión oral en Yo, hambre y agresión (1942). Por este “pecado”, tuvo que abandonar la Asociación Psicoanalítica Internacional.
III. Entra Paul Goodman
Esperando el timbre como señal de mi hora para subir las escaleras para mi sesión, estaba acompañado en el banco para esperar de una criatura que se movía nerviosamente...
(Artículo completo en la revista)