SINOPSIS DEL ARTÍCULO
- El dolor en la belleza, la belleza en el dolor. Más allá de la dicotomía.
Lo que salvará al mundo líquido no va a ser la belleza, sino la capacidad de atravesar el dolor
Este congreso nos lleva a reflexionar sobre el modo de concebir el sufrimiento relacional y la psicopatología que incluya la estética del contacto. Dolor y belleza no son conceptos opuestos sino asociados a la capacidad mayéutica del terapeuta de reconocer la gracia y la luminosidad que existe en el dolor del paciente.
No quisiera quedarme en la belleza del contacto como criterio para la salud, como muchas relaciones han evidenciado con toda justicia; prefiero mejor hablar de la función del dolor en la belleza, o si queréis, de una belleza que incluya el dolor.
La literatura filosófica y psiquiátrica nos recuerda la importancia de girarse hacia la belleza para liberar nuestro espíritu de la rigidez perceptiva y dejarse guiar por los sentidos: desde Hillman a Dostoevski, a Keats, a Simone Weil (ver, capítulo de introducción de Francesetti).
Pero, como dice Jaspers, debemos recordar que “la belleza de la perla deriva de una enfermedad”. En otras palabras, dolor y belleza está ligados por una relación biunívoca, por lo que en cada dolor profundamente sentido existe una belleza y en cada belleza plena y verdadera contiene un dolor.
Dolor, belleza y sociedad
La relación entre dolor y belleza toma formas diferentes según los sentimientos sociales que surgen en la sociedad. Si en una sociedad basada en la obediencia a la norma es necesario recordar la importancia de la belleza para salir de la masificación emocional que la norma provoca (“respira y dirige tu atención a lo bello”, como ocurría en el eslogan de los años 60 y 70), en una sociedad líquida como la nuestra, en la que muchas personas sufren de diferentes formas...
(Artículo completo en la revista)