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SINOPSIS DEL ARTÍCULO

carmenvazquez 2 xicDe la emoción al sentimiento en Terapia Gestalt

Introducción

El mundo emocional y afectivo parece ser muy complejo no solo para quienes nos dedicamos a la psicoterapia sino, incluso, para los filósofos y psicólogos que se han dedicado a estudiar y tratar de explicar este aspecto básico de los seres humanos. No parecen ponerse de acuerdo.

Pasiones, emociones, sentimientos, estados de ánimo, incluso sensaciones y motivaciones flotan en un batiburrillo no demasiado esclarecedor en donde, conseguir una idea clara de cada uno de estos conceptos no resulta fácil. Entre ellos, aparece una especial dificultad para diferenciar nítidamente los conceptos “emoción” y “sentimiento”. Incluso, a veces, se postulan como sinónimos, complicando más su comprensión.

Un ejemplo puede servir de muestra para poner de manifiesto cómo fenomenólogos como Max Scheler, a pesar de su cuidadosa clasificación mete sentimientos, emociones y sentimientos en el mismo saco.

Max Scheler plantea la tesis de que no todos los sentimientos tienen la misma cualidad ni pertenecen al mismo nivel de la vida afectiva, sino que se distribuyen en cuatro capas o estratos que van desde lo más sensible a lo más espiritual.

En la primera capa se encuentran los sentimientos sensibles o sensaciones afectivas que son un tipo especial de sensaciones que, a pesar de que aparecen vinculadas con sentimientos y tienen un objeto, no son intencionales. Se caracterizan por poder localizarse en el cuerpo y porque su referencia al yo es indirecta. Ejemplos de estos son el dolor corporal, el bienestar corporal (cosquilleo, comezón y sensaciones sexuales), la agradabilidad y desagradabilidad ligadas a sensaciones de los sentidos y a temperaturas, olores, gustos, tonos y colores, las pasiones y las reacciones, y los valores correspondientes de lo agradable y de lo desagradable, de lo útil e inútil.

¿No son estos sentimientos lo que podríamos llamar sensaciones?

En la segunda capa ubica los sentimientos corporales (como estados) y los sentimientos vitales (como funciones). Estos, si bien tienen una relación con el cuerpo, carecen de una localización concreta. Su función principal es señalar la significación de los procesos que ocurren en nuestro cuerpo y a su alrededor. Nos hacen sentir por ejemplo la cercanía a la salud o enfermedad, al peligro o porvenir, etc. Aquí se encuentran la angustia, el miedo, el asco, el apetito, la aversión, la simpatía y la vergüenza, entre otros.

¿Correspondería esta capa a las emociones?

En la tercera capa se encuentran los sentimientos anímicos o puros que no están vinculados con el cuerpo, sino con el yo psíquico, como la alegría y la tristeza, y que presentan los valores éticos (justo e injusto), estéticos (bello y feo) y del conocimiento (verdadero y falso).

¿Estos serían los sentimientos?

En la cuarta capa están los sentimientos espirituales o sentimientos de la personalidad, tales como la beatitud y la desesperación, los valores de lo sagrado y lo profano.
¿Estaríamos hablando aquí de los valores?

Pero, volviendo a nuestro tema central, esta separación y clarificación se hace necesaria y fundamental cuando analizamos nuestra teoría gestáltica del self y desmenuzamos, con fines didácticos y prácticos, el proceso-de-contacto o self-en-acción.

Desde que empecé a hacer formación en Terapia Gestalt pero, especialmente, desde que hice la traducción al español de nuestro texto fundacional Terapia Gestalt: excitación y crecimiento de la personalidad humana, en 2001, he sentido la necesidad no solo de comprender a fondo nuestra teoría básica sino de apoyar nuestra teoría del self, especialmente, el proceso-de-contacto en las bases psicológicas en las que se puede enraizar y desmenuzar esta descripción del proceso-de-contacto para que sea lo más comprensible, útil y operativa para cuantos practican la psicoterapia Gestalt...

(Artículo completo en la revista)

 

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